Hoy os muestro no solo parte de la banda sonora de Susurros en Sachsenhausen, sino las canciones que me ayudaron a seguir creando cuando las fuerzas se iban esfumando de a poquito.
Soy de las personas que cuando escribe necesita una
banda sonora acorde con lo que va sintiendo durante la narración. Me gustan los
silencios duros que me ayudan a crear, pero a la vez necesito algo que me
empuje, que me guíe en mi camino cuando los dedos se me atascan sobre las
teclas por culpa de las emociones intensas.
Durante la creación de Susurros en Sachsenhausen, las emociones que me abrazaron fueron
muchas y la mayoría tan devastadoras que sin música me hubiera resultado
imposible seguir. Mientras mis dedos intentaban pronunciar letras, fueron tres
las canciones que más me acompañaron.
¿Solo tres?
Sí, solo tres.
Una de ellas la utilicé en bucle durante toda la
narración, desde el comienzo hasta el capítulo 6.
La elegida fue la primera canción de la banda
sonora de una película: La Lista de
Schindler. Película que me emocionó muchísimo cuando al vi y que siempre ha estado ahí en mi memoria. Y esta primera canción siempre consigue removerme por dentro,
hacerme llorar, consigue que sienta mi corazón dentro de un puño que se va cerrando, arisionándolo. Está creada por John
Williams, e interpretada al violín
por Itzhak Perlman. Por eso la elegí
para la realización del booktrailer también. Porque su esencia y el aroma que
desprende a medida que avanza mostraban muy bien mis sentimientos al escribir.
Si la queréis escuchar en bucle, buscad: “Theme from Schindler's List” interpretada por
la “Boston Symphony Orchestra”. En
este enlace de Youtube las tenéis todas.
A partir de ese capítulo tomó su relevo otra canción
que es importante durante la trama. Una canción que expresaba muy bien los
sentimientos propios de mi yo escritor y los que debía sentir la protagonista de esta historia,
Saoirse. Una canción que ayudó a dar forma a una reflexión, y que sentí que me
venía como anillo al dedo.
Esta canción es de la banda Trivium
y se llama: “Watch
the World Burn”. Me pareció perfecta desde la elaboración del guión, cuando mis Susurros solo eran meras ideas enlazadas y muchos sentimientos enfrentados. Mientras buscaba
entre el montón de canciones de mi disco duro esta se apareció frente a mí como
la clave perfecta para un momento determinado de la trama, y la utilicé para
escribir hasta que otra comenzó a nacer cobrando mucha fuerza.
Al mismo compás que la narración, nació una nueva
canción. Esta vez de “Arch Enemy”,
una de mis bandas favoritas sin la que mi vida sería muy distinta. Brotó la
canción junto con la brisa de esperanza que quería mostrar cerca del final.
“Under the black flag We
March”, con esos pasos del comienzo como si estuviese caminando un
ejército, al mismo ritmo unos de otros, y con los posteriores ritmos
acompasados y la letra inspiradora y soñadora, mostrada desde la voz desgarrada y gutural de mi Angela Gossow, explicaba muy bien ese
sentimiento de unidad con el que la protagonista sueña, con el que yo y tantos
otros como yo soñamos, para recobrar un poco de la fuerza que se marchita al salir de las instalaciones.
Esta canción de Arch Enemy
expresa muy bien ese sentimiento de unidad, de resistencia, de rebeldía, de la
fuerza que todos tenemos dentro y que debemos mostrar. Nuestro propio
inconformismo frente a las injusticias.
Estas tres canciones, las vi desde el inicio de la creación, como la base perfecta para la presentación, el nudo y el desenlace de la obra.
La primera acompañó mis lágrimas, mi tristeza, a cada nota llorada por el violín mis ojos se empañaban.
La segunda me ayudó a verter todos esos sentimientos de ira, de confusión, de reflexión.
Y la tercera y última, me regaló esperanza. Unidad. Sueños.
Quizá por ello son tan importantes para mí.
Hubo alguna canción más que podrían pertener a la lista de la banda sonora completa de mi obra, como las que aparecen en el
resto de la narración y que aquellos que hayáis leído la novela conoceréis. Esas me
acompañaron durante los momentos de escritura de las diferentes escenas, pero fueron solo estas
tres canciones las que escuché en bucle, una y otra vez. Estasa tres son imprescindibles, y las sentí como una especie de mantra gracias al que todo fluyó con normalidad, gracias al que las letras siguieron naciendo a pesar del dolor.
Mi vida está llena de canciones y por consecuencia de letras que ponen
banda sonora a mis propios momentos vividos, y por ello mis letras derramadas en papel siempre
llevan pinceladas de la música que me ayuda a seguir adelante y que me inspira
para crear. No puedo vivir sin la música. No sería la misma persona sin ella.
Espero que al menos disfrutéis alguna de las tres.
Quizá las dos últimas al ser extreme-metal no podáis sentirlas con la misma
intensidad, pero seguro que la primera os encandila y os hace sentir un montón
de sensaciones. Aún así os recomiendo darles una oportunidad a las dos últimas.
Y ya por desear, sería un puntazo que leyerais la novela, y a su vez, dierais al play cuando surgieran estas canciones, o bien que recordarais esas escenas mientras las escucháis. ¡Sería genial! Si lo hacéis, ¿me contáis las sensaciones?
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